En mi primer viaje a Estados Unidos en 2004 visitamos, entre otros lugares, Boston y su entorno. Recuerdo vivamente un paseo por Cambridge, que es la localidad donde se ubica la universidad de Harvard, por una plaza en la que había un diminuto kiosco circular de menos de 1 m2 de superficie en el que una persona vendía tickets para algunas de las atracciones locales. Lo que me llamó la atención fue que esta persona debía tener, sin exagerar, más de 90 años. En el tiempo que he vivido en EE.UU. me he encontrado con cierta frecuencia personas trabajando en diferentes empleos, que excedían ampliamente el baremo de los 65 años. Esta realidad contrasta claramente con la que te encuentras en España y muchos otros países desarrollados, y en este artículo veremos los datos que prueban que estos casos no son anecdóticos y hablaremos también de las causas y las consecuencias.
Un reciente artículo en Voz Populi revelaba que el volumen de trabajadores mayores de 65 en España había aumentado espectacularmente desde 2015, para prácticamente duplicarse en solo 7 años, alcanzando las 324.000 personas. Cerca de la mitad de este crecimiento se debe al envejecimiento de la población, con una cohorte creciente por encima de ese baremo de edad. Pero la otra mitad refleja un aumento real de la participación en el mercado laboral de estas personas que avanza desde su media histórica del 2% hasta el actual 3,3%.
Pues a pesar de este importante crecimiento, en España el porcentaje de trabajadores mayores de 65 apenas supone el 1,5% del total de 21,25 millones de empleados (T2 2023). Este dato contrasta con la tasa equivalente en EE.UU. de un 7%, lo que quiere decir que 11,3 millones de personas mayores de 65 trabajan en dicho país. Ojo al dato, porque es más de la mitad del total de trabajadores en España de todas las edades. Es decir, el peso de este tipo de trabajadores en la población activa española es más o menos residual. Sin embargo, tiene una contribución apreciable en el caso americano. En EE.UU. es casi 5 veces más probable trabajar en la tercera edad que en España. Y la cosa no se queda ahí. Según publicaba Pew Research, los trabajadores de más de 75 años constituyen el grupo de edad de mayor crecimiento en la fuerza laboral de EE.UU., con un tamaño que se ha más que cuadruplicado desde 1964. Alrededor del 9% de los adultos de 75 años o más están empleados hoy en día, más del doble que en 1987 (4%).
La participación en el mercado laboral de las personas mayores ha ido evolucionando en EE.UU. a lo largo de las décadas. A mediados de los años 60 en torno a un 18% de los mayores de 65 estaban empleados. Esta proporción fue descendiendo paulatinamente alcanzando su mínimo histórico en 1987 (11%). Sin embargo, en torno al año 2000 comenzó a aumentar de nuevo situándose en 2023 en el 19%. Además, las proyecciones del gobierno federal son que la tendencia continuará en el futuro. Se espera que en el 2032 esta tasa se sitúe en el 21%. Y lo que es más impresionante: en el 2032 el 8,6% de la fuerza laboral americana tendrá más de 65 años, lo que supondrá que más de la mitad del total del crecimiento del empleo en esa década se deberá a este grupo de edad.
Los sectores
¿En qué trabajan estos 11 millones de americanos mayores? Pues en todos los sectores de la economía. Dicho esto, hay algunas divergencias profesionales interesantes. Hay cinco segmentos, cada uno de ellos con medio millón de trabajadores mayores de 65, aproximadamente, que tienen un peso mayor en este grupo que en el resto de la población activa. El primero es el de los granjeros. El 3,6% de los mayores de 65 practican esta profesión (contra un 1,4% para el total de la población activa). Es decir, los mayores escogen esta activad con una prevalencia 2,6 veces mayor que la población en general. Estas personas son habitualmente propietarios de una explotación en la que trabajan buena parte de su vida, y muchos no interrumpen su actividad simplemente por haber cumplido una determinada edad. El segundo es el de las agencias inmobiliarias. Después tenemos determinados servicios especiales, como trabajadores de funerarias, de organizaciones religiosas y de servicios de mantenimiento y reparación en el hogar, que emplean a 569.000 personas mayores de 65. A continuación están algunas profesiones dentro del sector sanitario, como son optometristas, practicantes, quiroprácticos, servicios de salud en el hogar y asistencia social para familias, que emplean a 456.000 personas mayores de 65. Por último, tenemos a abogados, contables y consultores, que incluyen 582.000 trabajadores mayores en sus filas. El cuadro a continuación resume algunas de las profesiones que escogen las personas de estas edades más habitualmente, explicando casi un 40% del total. El resto se reparten entre todas las demás actividades, pero con menor frecuencia que la media de la población activa.
En el caso de España podemos ver que algunas preferencias coinciden, y otras divergen. Para comenzar hay que comentar que hay una gran polaridad en el nivel de los empleos. Un pequeño grupo de estas personas mayores ocupan cargos de gerencia y de alta responsabilidad con remuneraciones y beneficios muy altos. Sin embargo, la mayoría se sitúan en el lado opuesto del espectro y tienen ocupaciones de baja cualificación y con remuneración escasa. Algunas de estas actividades son:
Profesores particulares
Vendedores
Conserjes y bedeles
Acompañantes de personas mayores
Cuidadores de niños
Asistentas de hogar
Jardineros y responsables de mantenimiento de una urbanización
Guías turísticos
Extras de televisión (público de diversos programas)
Fotógrafos (sobre todo en ceremonias y eventos particulares)
Las causas
A continuación, relatamos algunos de los motivos fundamentales por los que el nivel de empleo de los mayores ha aumentado en Estados Unidos:
Los estadounidenses mayores de hoy tienen niveles educativos más altos que los del pasado. Los adultos con niveles educativos más altos tienen más probabilidades de estar empleados que los adultos con menor educación.
Los planes de jubilación han evolucionado. Las empresas han cambiado sus ofertas de beneficios hacia planes de contribución definida, como los 401(k), y se han alejado de los planes tradicionales, que incentivaban a los trabajadores a jubilarse a una edad específica.
Los adultos mayores gozan de mejor salud y tienen menos probabilidades de tener una discapacidad que antes, lo que les permite prolongar su vida laboral.
Los cambios legislativos han desincentivado la jubilación anticipada. Los cambios en el sistema de la Seguridad Social, que aumentaron la edad en que los trabajadores reciben sus beneficios de jubilación completos de 65 a 67 años, han animado a los adultos mayores a retrasar la jubilación y continuar trabajando.
La naturaleza de los empleos ha cambiado. Los trabajadores mayores prefieren trabajos que implican una actividad física menos extenuante y permiten una mayor independencia y horarios de trabajo más flexibles. Estudios recientes muestran que muchas ocupaciones se han vuelto más “compatibles con la edad” desde los 90. Entre los trabajos más convenientes para los mayores están los que no implican un esfuerzo físico intenso.
El caso de España
Los tres últimos puntos son también aplicables al caso de España, en cierta medida, a la hora de buscar la explicación al crecimiento del empleo en esas edades en dicho país. También en España se implementó una reforma legislativa que incrementaba la edad normal de jubilación de los 65 a los 67 años. Este puede ser uno de los factores clave que explican el rápido crecimiento en el grupo de trabajadores de más de 65 años en los últimos años, pero tendería a estabilizarse después de 2027, que es cuando el incremento progresivo de la edad normal de jubilación alcanzaría los 67 años. En España no están presentes en este momento alguno de los factores que harán que el grupo de trabajadores mayores siga creciendo en Estados Unidos en la próxima década. Y, sin embargo, la necesidad que tiene España de incrementar la edad de jubilación es muchísimo mayor y más acuciante. Y para ilustrarlo os adjunto un extracto del capítulo 1 de “Como Jubilarse en Menos de 15 años” que publiqué hace un par de años.
Voy a resumir brevemente las conclusiones de dicho análisis:
En solo 20 años, entre 1977 y 1996, la tasa de natalidad se redujo en España de 18,7 hijos por cada 1.000 habitantes a 9,1, es decir, a menos de la mitad, en uno de los cambios demográficos más abruptos que Europa había visto. España pasó de tener una de las natalidades más altas de Europa a una de las más bajas en un periodo muy corto de tiempo.
Como consecuencia, el tamaño de las generaciones de los nacidos en los años 90 y posteriores es más o menos la mitad que la de los nacidos en los 70 o antes. El ratio entre personas en edad de trabajar con respecto a los que estaban en edad de jubilación pasaría de tener una proporción de 4 a 1 (4 trabajadores por cada jubilado) a solamente 2 a 1. Cuando mi generación se jubile habrá menos de la mitad de contribuyentes para pagar mi pensión.
Esta ineludible realidad va a requerir de un ajuste brutal del sistema de pensiones. El ajuste necesario es tan drástico, y el coste político del mismo tan alto, que los gobernantes podrían retrasarlo hasta que fuese demasiado tarde. En este momento las reformas siguen pendientes.
La reforma requeriría un aumento paulatino de la edad de jubilación, que para personas nacidas en la década de 1970 podría llegar hasta los 78 o, incluso, los 80 años de edad. ¿Quién se imagina a un presidente del gobierno informando a una generación de españoles de que tendrán que trabajar hasta una edad octogenaria antes de poder cobrar una pensión?
Si el sistema se ajusta reduciendo el importe de las pensiones, entonces estas se deberían reducir en términos reales a menos de la mitad. Como la media de las pensiones estaba entonces en unos 1.000 euros, eso significaba pensiones medias de 500 €. ¿Quién puede vivir con eso?
Por último, si se ajustaban todos los parámetros a disposición del Estado a la vez, buscando una solución más equilibrada, entonces las pensiones del futuro tendrían una edad de jubilación de 73 años, unos importes un 30% menores en términos reales que los de las pensiones de 2014, y esto a pesar de incrementar también los impuestos con los que se financian las pensiones en un 15%.
Si estas conclusiones te parecen apocalípticas e increíbles, te animo a que te leas el apéndice 1 del libro, donde tienes el análisis completo. Lo bueno es que el libro aporta una alternativa, que es la de buscarte tu propia solución para la jubilación, lo que se puede conseguir en la mayoría de los casos en 15 años o menos. Puedes encontrar el libro en español o en inglés en: