La diabetes es una enfermedad mortal. De hecho, es la octava causa de muerte en Estados Unidos, con más de 100.000 fallecidos al año. Se estima que el 16,2% de la población de este país padece esta dolencia (54 millones de personas). En 2021, se estimó que 537 millones de personas tenían diabetes en todo el mundo, lo que representa el 10,5 % de la población adulta, y el tipo 2 representa aproximadamente el 90% de los casos. El impacto en la población crece a gran velocidad y se estima que para 2045, aproximadamente 783 millones de adultos, o 1 de cada 8, vivirá con diabetes. En el mundo la diabetes causa aproximadamente 4,2 millones de muertes cada año, y 1,5 millones son causadas por diabetes no tratada o mal tratada. Se estima que el gasto mundial en atención sanitaria relacionada con la diabetes asciende a 760.000 millones de dólares al año.
La enfermedad se caracteriza por niveles elevados y sostenidos de azúcar en sangre. Existen tratamientos para paliar sus síntomas. Si no se trata, la enfermedad puede provocar diversas complicaciones de salud, incluidos trastornos del sistema cardiovascular, los ojos, los riñones y los nervios. Las principales complicaciones a largo plazo de la diabetes se relacionan con el daño a los vasos sanguíneos, tanto a nivel macrovascular como microvascular. La diabetes duplica el riesgo de enfermedad cardiovascular y alrededor del 75% de las muertes en personas con diabetes se deben a enfermedad de las arterias coronarias. La enfermedad microvascular afecta los ojos, los riñones y los nervios. El daño a la retina, conocido como retinopatía diabética, es la causa más común de ceguera en personas en edad laboral. La nefropatía diabética es una causa importante de enfermedad renal crónica y representa más del 50% de los pacientes en diálisis en los Estados Unidos.
A los 50 años, la esperanza de vida es 6 años menor para las personas con diabetes tipo 2 que para las personas sin diabetes. La diabetes tipo 2, que representa entre el 85% y el 90% de todos los casos en todo el mundo, y a menudo se puede prevenir o retrasar manteniendo un peso corporal normal, realizando actividad física y llevando una dieta saludable. Pero, aunque estas fórmulas pueden prevenirla, y también hay tratamientos para paliar sus complicaciones una vez la has contraído, no hay cura posible. O, al menos, siempre se había pensado que, una vez la tenías, te quedaba vivir (o malvivir) con ella lo que te quedase de vida.
Ahora voy a explicar lo que es el ayuno intermitente. No es una dieta, a pesar de que muchas personas lo han entendido así. No se restringe ni lo que se come ni cuanto se come. Puedes seguir haciendo exactamente el mismo número de comidas, y comer la misma cantidad y variedad de alimentos. Lo único que se cambia es cuando se come. Una de las fórmulas más habituales para implementarlo es el ayuno de restricción horaria diaria. Consiste, simplemente, en hacer todas tus comidas en 8 horas y no comer el resto del día. Por ejemplo, podrías desayunar a las 8, comer a las 12 y cenar a las 4 pm. Hay otras personas que lo que hacen es mantener los horarios de sus comidas y saltarse una de ellas (o el desayuno o la cena). De esta forma se mantienen dentro de rango de 8 horas. Pero, esta forma de hacerlo significa hacer una comida menos al día y, probablemente, una reducción de las calorías consumidas, lo que NO es un requerimiento del ayuno intermitente.
Otra fórmula de implementar el ayuno intermitente que debería aportar los mismos beneficios es el llamado 5:2. Comes con normalidad 5 días a la semana y ayunas dos días durante 24 horas. En los dos días de ayuno haces solo una comida, digamos de 500-600 calorías, y no vuelves a comer hasta 24 horas después. Por ejemplo, podrías desayunar al levantarte y no volver a comer hasta el desayuno del día siguiente. Lógicamente, el formato 5:2 supone una reducción del aporte calórico semanal, que repito no es obligatorio, y lo puedes evitar con el formato explicado previamente. El ayuno intermitente se ha puesto de moda en los últimos años como un mecanismo que ayuda a perder peso. Aunque este puede ser uno de los beneficios de esta técnica, para nada es el motivo por el que hablo de ella en este artículo y en algunos posteriores.
En 2022 se publicó un estudio en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism de la Endocrine Society, dirigido por parte de una serie de investigadores entre los que citaré al chino Dongbo Liu. ¿Los resultados? Después de una intervención de dieta de ayuno intermitente, un grupo de pacientes de diabetes lograron la remisión completa de la enfermedad, definida como un nivel de HbA1c (azúcar en sangre promedio) de menos del 6,5% al menos un año después de suspender la medicación para la diabetes. Es decir, los niveles de azúcar en sangre se habían normalizado y permanecían así incluso sin medicación. Casi la mitad (el 47,2%) de los pacientes consiguieron este resultado y casi todos lo mantuvieron tras un año. Además, estos resultados se conseguían después de tan solo 3 meses en el nuevo protocolo de horario de comidas. Adicionalmente el estudio refutó algunas ideas convencionales sobre la enfermedad. Se creía que la remisión era imposible si el paciente llevaba con la enfermedad más de 5 años. Sin embargo, el 65% de los pacientes que consiguieron la remisión en este estudio llevaban batallando con la diabetes entre 6 y 11 años.
Es posible que este estudio te haya sorprendido, especialmente si no estás familiarizado con el poder de ayuno. En este sentido te recomiendo nuestro artículo dedicado exclusivamente a ese tema.